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jueves, 4 de octubre de 2007

Chaco, el nombre del hambre


Las comunidades tobas y wichis sufren del olvido de todos.
Las familias están constituidas, en su mayoría, por siete o más personas. Viven en ranchos construidos con adobe, paja y piso de tierra, que tienen el tamaño de una habitación de cualquier casa modesta.

La comida es un bien preciado, que han aprendido a dosificar para que todos puedan alimentarse. Muchas familias comen lo que llaman “la torta parrilla”, que no es más que un kilo de harina, mezclado con agua, y cocido como un pan casero. Sólo con eso pueden comer por varios días más de ocho personas, aunque respetando un orden doloroso: primero los chicos y después el hombre de la casa, que luego deberá salir de caza. Lo que queda, para las mujeres y los ancianos. De allí que más del 80 por ciento de la población indígena padezca de desnutrición.

Y muy pocos, independientemente de cual sea su edad, cuentan con más de cinco piezas dentarias sanas (en general, colmillos y alguna muela).

Aurora Maguna, una toba de 54 años, que pesa 40 kilos y ya no puede caminar, así describe su realidad: “Estoy bien. Hoy pudimos comer. Habitualmente comemos una vez al día, pero alcanza. ¿Cuánto hace que no como carne? Debe hacer unos siete días calculo, ya ni me acuerdo”.
Agua de charco. Miraflores es un pueblo ubicado en el centro del Impenetrable chaqueño. El calor y la humedad agobian al “criollo” (como llaman a los no nativos). No es el único término que utilizan para nombrar a quienes son desconocidos. “Gringos” son los que durante siglos han llegado a la zona para aprovecharse de las riquezas naturales sin dejar nada a cambio. “Antes nos alambraban los campos, ahora alambran el monte”, dicen resignados.
En Miraflores viven 300 wichis, repartidos en 8 comunidades. Uno de ellos es Elvira Toto, habitante del paraje conocido como Techat 1. Vive con su marido, sus cuatro hijos, dos nueras, tres nietos y un allegado en tres minúsculos ranchitos de palos entrelazados.
Una semana antes de nuestra visita, la naturaleza los bendijo: su única chancha había parido cinco lechones. Para cuidarlos, la familia tomó una decisión inapelable: cederle el rancho más importante al animal, para resguardarlo de los peligros del monte.
“Vamos a buscarle agua, que la chancha la necesita”, ordena y sugiere Elvira. Caminamos por un sendero más de 15 minutos, hasta llegar a un charco de tamaño similar a una cancha de básquet, donde se acumula el agua de lluvia. Son 40 centímetros de agua barrosa, pero que ellos utilizarán para tomar, cocinar y lavarse. En el borde, se mezclan las pisadas de chanchos, humanos y gallinas.
Antes de tomar el agua, cada balde se hierve en la fogata que día y noche está prendida en cada uno de los ranchos.
Más muertes. Sólo en el último mes han fallecido en el Impenetrable chaqueño ocho personas a causa de la desnutrición, de acuerdo al relevamiento efectuado por la ONG Fundación Mandela, que trabaja en el lugar. La cifra asusta, pero es apenas una muestra.
Entre julio y agosto, habían contabilizado la muerte de 14 indígenas de las comunidades toba y wichi por el mismo motivo. Según el informe, de los ocho fallecidos tres son niños, tres mujeres y dos hombres.
La mayoría agonizó durante más de un mes en los maltrechos puestos sanitarios ubicados en los distintos parajes. Todos padecían de desnutrición grave.
Mirta González tiene 24 años, dos hijos y cuatro hermanos. Su padre murió desnutrido y ella tuvo que hacerse cargo de su familia. “Fui varias veces al puesto y me dijeron que tuviera paciencia. Cuando mi papá su puso grave, recién allí lo internaron, pero ya era tarde y estaba muy mal. A nosotros nadie nos da una ayuda y encima ahora mi mamá está comenzando a tener dolores en la panza”, fue el breve resumen de la realidad de su familia, que es la de muchos otros.
Las elecciones en el monte. No hay comida, no hay agua suficiente y mucho menos trabajo. Sin embargo, sobran los carteles de la campaña política para la elección de gobernador. Se pegan en los pocos algarrobos que quedan, y los indígenas terminan negociando su voto, con la ilusión de mejorar su situación.
Tienen esperanza de que se cumpla la promesa del puntero: “van a poder comer todos los días”.
Los aborígenes que viven en el Impenetrable chaqueño son un pueblo cazador y pescador. Históricamente se ubicaban en un espacio determinado, por un tiempo, y luego migraban hacia otro lugar, para dejar descansar el monte, para que los recursos naturales se fueran reponiendo.
Debido al desmonte excesivo, hoy el monte ya no puede alimentar a sus habitantes de toda su historia: los Tobas y los Wichis.

3 comentarios:

mario dijo...

hola soy mario y vi un post de taringa.net, algo sabia de lo que esta pasando en el norte y tenias ganas de ayudar por lo menos tratando de difundir la info asi que agregue la info de taringa a mi blog! e inicie una campaña de mails con mis contactos, vivo en mendoza, les dejo mi mail para ver sipuedo servir de ayuda con algo! virtual_garbage@hotmail.com

http://hombremedio.blogspot.com

Anónimo dijo...

hola.
yo vi un posteo del fotolog y me gustaria colaborar pero no puedo por que todavia vivo con mis padres...
NO me puedo dar a conocer pero podria alludar algun dia.
Me gustaria que menos gente sea tan pobre.

Anónimo dijo...

me da lastima esa señora del fotolog pobresita ahi ella desnutrida...
Hay me da cosa!!
Tratare de alludar.

tonolec